Nota del autor: este relato puede ser leído de forma independiente, si bien le siguen varios capítulos más.
“Me puse mi traje, mi casco, y salí. Todo era negro, sólo yo y el vacío, ausencia de sonido, colores, nada. ¿Dónde estaba mi casa, mi tierra, el verde? Una sensación de paz me invadía, todo era grande, abierto, sin límites, podía fantasear con hacer cualquier cosa, era el dueño de mis actos más que ninguna otra vez en mi vida. Bien era cierto que estaba a eones de distancia de la Tierra. ¡Guau... el espacio! No era como lo había soñado, era indescriptible, esa sensación de contemplar las estrellas, las constelaciones, los planetas, quásares y demás. Mi cerebro se inundaba de imágenes desbordantes. Todo parecía abarcable por mis manos.
Hacía ya dos meses que partí de la Tierra. Pocos fueron los elegidos para embarcar en la que sería la primera y más importante misión del ser humano más allá de la vía láctea. Mi destino la Gran Nube de Magallanes, tras atravesar la enana del Can Mayor.
John es mi nombre, un hombre soñador que siempre quiso saber más sobre el mundo circundante, viajar hacia lugares inexplorados, sentir la emoción en mis venas, el riesgo que suponía lo desconocido...
Aún recuerdo cómo empezó todo”.
—Bien señores y señoritas, sabemos que todos Uds. han sido sobradamente preparados durante meses para vivir en condiciones de ingravidez, lejos de nuestro planeta madre, aparte de sus amplios conocimientos científicos en astrofísica, dinámica cuántica y física de partículas —dijo Charles Cook, Jefe responsable del proyecto E.A.N. (Entropía y Agujeros Negros)—. No obstante, sólo unos cuantos serán seleccionados. Sin más me dispongo a leer los nombres: Robert Thornton, John Storm, Susan Trask...
Susan Trask |
“Pues bien, aquí estoy ahora. Mi misión, averiguar el grado de entropía de nuestro universo, ¿estábamos cerca del caos, el desorden, o aún era pronto para eso? Al fin y al cabo, todavía estaban en el año 22.770”.
Era la primera vez que John salía de la nave, tenía frente a sí un espectacular agujero negro, la ausencia de materia tal y como la conocíamos. Susan, la comandante de la “Surrender” observaba con atención los pasos de John y los datos que le suministraba continuamente la computadora Novac. La nave era un lugar apacible, los simuladores holográficos eran capaces de crear un entorno cálido y seguro. Gracias a los potentes procesadores cuánticos de Novac, la labor de Susan casi se centraba exclusivamente en estudiar y corroborar que todos los procesos seguían su curso correcto.
Susan conocía a John desde hacía años. Sabía que alcanzaría su destino, pero no que ella iba a ser parte del mismo.
John sostenía entre sus manos un pequeño dispositivo que le permitía medir el nivel de entropía del agujero negro. Pulsó con un puntero el botón “on” de la pantalla oled desplegable y éste se activó.
—Novac, ¿cuál es el grado de entropía del universo? ¿Puedes calcularlo? —inquirió Susan.
—Mis datos son aún insuficientes para responder a esa pregunta, pero seguiré trabajando en ella —contestó Novac.
Susan y John sabían de antemano que poco o nada iban a poder averiguar acerca de tan complejo problema, si bien “Novac 7200.2” era el sistema informático más avanzado hasta la fecha. No obstante, dicha cuestión tendría respuesta miles de millones de años después por una sucesora de Novac...
—John, regresa ya, es suficiente.
“Realmente no quería regresar aún. Me sentía el hombre más feliz del mundo, una extraña quietud recorría todas mis articulaciones, como si estuviese aletargado, la voz de Susan sonaba muy lejana y distante. Fue entonces cuando sucedió. Sólo bastaron unas centésimas de segundo. Una luz cegadora proveniente del centro del agujero salió despedida hacia mí y me rodeó sin causarme daño. De pronto, ya no estaba allí, sino en una pradera de mi pueblo, sentado bajo un árbol. No comprendía qué estaba ocurriendo. ¿Estaría soñando? ¿Sería aún muy temprano en la mañana y Susan me despertaría en cualquier instante?” Sin embargo, allí donde estaba, el tiempo carecía de sentido, ayer, hoy o mañana, daba lo mismo. Percibía los olores de las plantas que tenía a su alrededor, mientras una leve brisa las mecía. Era muy real, no podía tratarse de un sueño.
— ¡John, John...! —“dijo una voz que procedía del interior de mi cabeza”—. Yo soy, he sido y seré. Una eternidad o un segundo, el tiempo no importa para nosotros, sólo existimos. ¿Qué es morir? ¿Por qué las plantas se marchitan en tu mundo, sale y se pone el sol en vuestro planeta? ¿Qué significa?
Estupefacto, John intentó pensar lo más rápido que pudo. “¿Era posible que hubiese establecido contacto con alguna clase de energía inteligente? ¿No se rumoreaba que los agujeros negros no eran sino entradas a otras realidades distintas a la nuestra?”
—Así ha sido siempre, todo nace y muere, todo tiene un principio y un fin. ¡Los días, los seres vivos, las plantas, las estrellas!
—Así ha sido siempre, todo nace y muere, todo tiene un principio y un fin. ¡Los días, los seres vivos, las plantas, las estrellas!
“Imaginé que aquel ente había estado indagando en mi memoria, y no era capaz de entender nuestra existencia lineal. Debía de tratarse de una forma de vida a años luz de la nuestra y para la que el tiempo era un término incomprensible. Sólo quería volver junto con Susan de regreso a la nave, pero no podía, no, hasta que captase el concepto de humanidad”.
—Imposible —insistió aquel ser—. Se es o no se es.
“Pero mientras ahondaba más y más en mis pensamientos, descubrió un fuerte sentimiento de ira que yo mismo había querido desterrar de mi mente”.
— ¿Quién es ella? —preguntó la entidad.
—Mi mujer, pero falleció. Ya no existe —dijo John.
—Pero ella sí que existe, la veo comunicándose contigo.
—Eso es lo que llamamos un recuerdo —replicó John.
Se produjeron unos minutos de silencio. John contemplaba de nuevo con cierta incredulidad el paisaje que se mostraba ante sus ojos. Y repentinamente reapareció dentro de su traje espacial. El agujero negro seguía delante de él desa ante como un abismo. Sin embargo, algo había cambiado, la ira lo había dejado.
Había estado en ese sorprendente lugar más de una hora, pero el tiempo no había transcurrido, pues había retornado al punto de partida, le dijo a Susan que estaba bien. Sólo un poco mareado.
Tras haber descansado, le contó a Susan lo sucedido, y como creyó estar otra vez en la Tierra. Ambos concluyeron que fuese lo que fuese, había aprendido lo más importante de la existencia humana, el valor de los recuerdos, el motor de nuestras vidas y lo que conforma lo que somos.
Juan M Lozano Gago ©
Tron Legacy - Sea of Simulation (Daft Punk)
maravilloso! la última parte me ha matado! "los recuerdos, el motor de nuestras vidas y lo que conforma lo que somos". excelente relato! si vienen más capítulos yo ya quiero leerlos!!!!!!!! un abrazo de boa constrictor jejejejeje xoxo Eliz
ResponderEliminarMuchas gracias, Eliz, hay algunos más, sólo me falta el final, jeje, a ver si me inspiro y escribo el final que se merece la historia! xD En cuanto a lo que comentas, eso es justo lo que nos da identidad como especie, la memoria...
ResponderEliminarUn abrazo de... "Arca de Noé" :D (que por cierto la he visto este pasado sábado)
jejeje a mi no me gustó nadita la película, que es de mis historias favoritas de la biblia pero la pelo me sacó de onda, y que onda con esos ente/transformers? jejeje yo morí de aburrimiento pero eso nunca me pasa con tus historias!!!! por eso deja me voy a leer lo que subiste hoy, :D feliz domingo!!! abrazooooo xoxo Eliz
ResponderEliminarSi que es verdad que les quedo algo rara esta versión de Noé, jeje. Desde niño he visto muchas otras versiones que tenían más magia. Y los Tranformers me recordaron al Comepiedras de la Historia Interminable :D
ResponderEliminarFeliz domingo y un abrazooo!!! : )
Bueno, evidentemente cuando he visto que el aviso que llegó era del capítulo tres, he buscado para poder leerlo desde el inicio, por que aunque avises que pueden leerse independientemente, casi que prefiero saber de qué va la historia desde que empieza.
ResponderEliminarHay momentos en los cuales sin saber por qué, la nada es el todo, y yo creo que para John, esa luz, esa nada oscura y después de ella, el sentir la grandeza del universo en sus manos. No sé por qué lo he sentido así, como si yo misma fuera quien tomaría esa nave y continuaría adelante sin volver atrás...
Besos!
En realidad este primer capítulo, fue el primer relato que escribí, pero como me gusto, seguí adelante, jeje. A partir del final del segundo, lo cierto es que se va embrollando algo el asunto.
EliminarComprendo lo que dices, yo pienso que esa nada quizás lo sea todo, y es que cuando la luz llego descubrió que tenía de vecina a la oscuridad,
besos!