En la
cueva de mi solitud coloreé una tenue sonrisa,
Un
destello desde mi almohada la encendía cada día,
Con
resuello la extrañaba, subrayada en mis pupilas,
Perfilaba
sus cabellos con perfecta geometría...
En la
cueva de mi cerrazón te estudiaba entre sueños,
Despertando
mis instintos al anclar un nuevo día
Un
proyecto de perfil con pisadas decididas,
Un
esbozo del futuro con mi brocha dibujada...
En la
cueva de mi sinrazón los rayos del astro Sol
Los
tapaba la caliza siempre fría y siempre limpia,
Y entre
grises deslucidos adivinaba aguamarinas
Cada
trazo en simetría, con tu faz me estremecía.
En la
cueva de mi ensoñación un reguero se vertía
De Aguas
claras, de aguas puras, vespertinas y
Complacidas
se colaban por la grieta del talud
De mi ventana,
allá en el techo de guijarro...
Presté
atención a su fulgor que el mismo Sol les regaló,
Y en el
cedro de mi lienzo su paleta derramó,
Incredulidad
con estupor, los colores descubrí,
Añil mi
manta, roja la llama de mi viejo candil.
Y allí
estaba el lienzo, resplandeciente con la fuerza de cien soles,
Reflejando
mil razones que colmaban su extensión, y una cara
De ojos
profundos, instruidos en la savia, se metían con ternura
En
rendijas de mis poros, sacudiendo mis sentidos, con cinceles
Afilados...
Y bajo
el atril del blanco lienzo, mis pinturas relegadas,
Una
fronda bermellón, siena y naranja, sus discípulos.
Como un
crío dispuse las mezclas, empeñado en revelar
A la
dama de ojos claros en mi memoria algo dormida.
Primero
fue su pelirroja melena con su caída ondulada,
Luego
sus labios carnosos que añoraban largos besos,
Con su
nariz respingona que se enredaba en mis cabellos,
Mientras
se sentaba en la mar aguardando mi regreso...
¿Del mar? Mi cabeza daba vueltas, y mi tórax anegado
Apenas
un grito me brindaba, volteando los corales.
En la
fosa abisal los minutos fueron horas y las horas,
Eternidades
que nublaban mi horizonte,
Era el
lienzo mi única ancla, una mano sumergida
Que intentaba
alcanzarme, luché por asirme a ella,
Aturdido
por alarmas que anunciaban un naufragio.
Mas intuí
que mi cueva había sido un lecho y mi
lienzo...
¿Quién era la bella mujer del retrato de mis
sombras?
¿Qué me arrastró a pintarla o, mejor dicho,
por qué?
De
pronto la espuma acarició mi mentón, y el calor penetró en mi ser,
La
extraña me sujetaba con fuerza, tiraba de mi brazo hasta romperse.
La
calidez de su aliento se adentró hasta inundar el último recoveco
De mis
pulmones con su fragancia a tulipán recién cortado.
Tomé
una bocanada de aire fresco,
Para
sumergirme de nuevo en el calor
De sus
besos, en el fragor de la batalla.
Tras un
gesto de negación de sus cejas,
Sus
palabras silbaron en mi oído:
“Te
esperaba desde hace años,
Todo me
fue revelado en sueños,
Intrépido
aventurero que regresa
De
entre los muertos”.
...Aquél que te vea con el corazón,
El que camine entre sombras,
Y te dibuje sin color,
Desprovisto de Sol,
Logrará ver tu mano extendida
Cuando la muerte se cierna
Entre los dos.
Y así fue como se salvó de morir ahogado, de caer en las fauces del mar, su cueva, logrando ver por encima de la línea del mar a la diosa de sus sueños. Mas caminaron por la playa, y hablaron largo y tendido, de sus vidas y emociones hasta que la Luna se bebió las mareas, hacia la noche con alas eternas, hacia la atalaya del espigón más alejado... pero eso es otra historia.
JUAN M LOZANO GAGO ©STARSHIP - Nothing's Gonna Stop Us - Lyrics/HQ