viernes, 21 de marzo de 2014

La lanzadera XQ-R5 (relato)

¿Puedes oírme? Mis gritos ahogados por la desesperación...
¿Puedes alcanzarme? Al borde del abismo más profundo y agudo...
¿Ver lo que veo, lo que siento? La electricidad en mí, recorriendo cada una de mis arterias, vinculado a esta infinidad... 

Te necesito ahora, junto a mí. Estoy conectando contigo, solo una reverberación en el vacío, océano de estrellas...

Lanzadera XQ-R5
—Emitiendo desde el espacio esta sintonía para toda la Galaxia, cientos de botones cada mañana para apretar. Tres colores, verde, rojo y azul. Uno me abre las puertas de la Tierra (el azul), ¡cómo gira como una peonza sobre una mesa de billar! Otro rojo, que me conduce hasta los rayos solares de alto componente ultravioleta, el Sol la fuente de nuestro sistema, abrasador, devastador, inmenso y de un rojo cegador. Y, por último, el verde, el que conduce al invernadero, cientos de muestras botánicas me acompañan, puñados de la misma Gea, álamos y cipreses, jazmines o petunias, enredaderas y espigas, son sólo un ejemplo de lo afortunada que es; los aromas adoptados que llevo a nuevos vecindarios. ¿Habrá alguien que pueda apreciar su perfume, la resistencia de sus troncos, la savia que recorre cada uno de los pétalos?—. Del mismo modo en el laboratorio se alojaban diminutas cápsulas criogenizadas que albergaban el ADN de macho y hembra de cada uno de las especies animales terrestres, inclusive la humana.

Luego están las palancas, hacia arriba, estamos “in the air”, compartiendo con todos vosotros mis impresiones, investigaciones y sueños en perspectiva, ¿pero alguien ahí afuera puede oírme? Toda una sucesión de bits de información transmitidos cada milisegundo de mi monólogo, aportando datos vitales, perdido en la inmensidad del vació silente, viendo eclosionar los quasares, contemplando la las viejas y apagadas estrellas devoradas por agujeros carnívoros sedientos de luz. ¡Cómo entrechocan las partículas en la negrura tan espesa como una gran porción de teflón! Mientras imagino que cada uno de sus átomos procede del mismo Big Bang, reconstruyendo la materia ad infinitum que reformula cada una de las estructuras atómicas conocidas por el Hombre, ese ser que estudió de qué estaba hecha la vida hasta las últimas consecuencias...

Planeta helado
¿Hasta cuándo sucederá este milagro? ¿Cuán grande puede ser este disco curvado, y hasta cuándo interpretará la aguja la misma partitura? Entretanto sigo flotando, ingrávido entre paredes reforzadas de titanio, recabando información, buscando alguna forma de vida inteligente... Ah, pero me temo que soy el único, miles de planetas en mi trayectoria: mundos gaseosos o de helio o mercurio, mundos hirviendo a temperaturas que rompen las escalas de medición, esferas gélidas y lóbregas, donde cualquier huella de la colisión de un meteorito queda grabada en la génesis de su relieve u orografía como recuerdo de la soledad que habita en su superficie.

¿Pero puede alguien comunicarse conmigo? Soy el único que se halla inmerso en este perenne viaje por el cosmos de regreso al hogar, tan distante los ecos de su frenético ritmo, tan lejanas las urbes iluminadas con sus lámparas leds que perfilan las metrópolis en contraste con las zonas verdes despejadas de tecnología, la selva amazónica, el pulmón del planeta, o las grandes extensiones de tierras yermas y erosionadas que ya nadie quiere. ¡Oh, ese fue el motivo de mi partida, en busca de un mundo virgen, donde depositar el germen de la vida, una nueva oportunidad para mis padres... Y mientras tanto se va agotando el combustible, la fisión nuclear de los propulsores se desgasta paulatinamente... ¿Pero por qué no recibo respuesta de mi amada Tierra?

Pondré un poco de música para paliar mi soledad, ya queda poco para reunirnos, por fin veré de nuevo el Aconcagua allá en los Andes, los vastos bosques de Siberia con sus montañas nevadas salpicadas de lagos y su fronda dorada o los inabarcables océanos que refulgen de un azur gel cristalino confiriendo al planeta su ilusoria redondez.

She loves you, yeah, yeah, yeah 
She loves you, yeah, yeah, yeah 
(…)”

La música invadía la cabina presurizada y las ondas rebotaban en el metal y eran transmitidas desde la consola de comunicaciones a la inmensidad del espacio. El silencio y los puntos brillando a miles de años luz los únicos y mudos testigos de tal singular expresión de humanidad.

Magnus R5, así era el nombre de nuestro extraño y errante viajero ínter espacial de cabellos color magenta, se hallaba exhausto. De hecho, sólo había sentido cansancio en dos ocasiones previas. Se disponía a cambiar la batería de iones de litio –la última que le quedaba– del generador tridimensional de alimentos cuando en su campo visual apareció una enorme bola azul, la Tierra.


La fisonomía de Magnus se correspondía con la de un típico varón caucásico de no más de treinta años, pero nadie que lo confrontara sería capaz de adivinar su verdadera edad, puesto que los atemporales molinos de viento de sus ojos revelaban un aire de serenidad conjugado con el asombro de quien había visto los fenómenos más extraordinarios que cualquier ser humano hubiera presenciado jamás.

Preparó todos los sistemas para entrar en barrena, lo cual dejaría a la astronave en suspensión, sin motores, en el momento adecuado. Tenía que aprovechar una ventana espacial que se abriría en no más de treinta minutos en un punto del hemisferio sur, en Australia. La presión de la atmosfera terrestre provocaría que el exterior de la nave se incendiase en su caída. No podía haber ningún fallo en el cálculo de las coordenadas, las cifras tenían que ser exactas en la medida de lo posible. Magnus había sido adiestrado concienzudamente para realizar esta maniobra con éxito, si bien a base de simulaciones.

—Preparado para desacoplar el motor principal, ¿pueden recibirme? Siempre, lo mismo, hasta el último minuto no se me proporcionarán las coordenadas exactas. El silencio, mi amigo. ¿Cuánto tiempo sin ver a mi amada Tierra? Bueno, podré aguantar el sentimentalismo unos minutos más. A ver, repasemos el orden de prioridad de la información recopilada:

1. Planetas de clase “A” detectados y, por ende, susceptibles de albergar vida propia o foránea: 2

2. Planetas de clase “B” capaces de suministrar agua en estado sólido: más de mil en el entorno explorado

3. Planetas de clase “C” capaces de suministrar minerales fósiles susceptibles de ser transformados en combustible o fuentes de energía: 95

No obstante, la posibilidad de que una nave humana aterrizara en alguno de esos mundos era bastante remota, al tratarse de sistemas estelares periféricos a miles de millones de años luz de la madre Tierra. Si bien, no imposible.

—Desacople finalizado, motores auxiliares activados. ¿Por qué sigo sin recibir instrucciones precisas? ¿Se habrán olvidado ya de mí, de lo valioso de mi expedición espacial para el Hombre? Da igual, estoy perfectamente capacitado para acometer este último trámite de mi viaje. Vamos a ver, me hallo sobrevolando la costa Noroeste de América, luego si mantengo la velocidad estable durante unos diez minutos, llegaré sin problemas a la localización indicada en el registro del ordenador de a bordo. De todas formas, intentaré abrir un canal de comunicación con el satélite geoestacionario más cercano para corroborar los datos—. Pero extrañamente el canal abierto estaba totalmente libre de interferencias de radio. Así mismo, la atmósfera estaba inusualmente despejada, sin humos o contaminación medio ambiental.

—Ordenador, muéstrame un barrido de la costa oriental de EE.UU. Ajá, sí, el continente luce hermoso hoy, todo es verde. A continuación, necesito un zoom de Australia, pero comienza por el golfo de México, así tardaremos menos. Ajá, igual, un verde esmeralda que casi podría rivalizar con el Índico. Veo que en los últimos años, han calado hondo los programas de reforestación y erradicación de emisiones de C02. Bien, no pospongamos más el aterrizaje.

Y en efecto, el aterrizaje concluyó correctamente y dentro de lo previsible, no siendo muy graves los daños del fuselaje.

—Al fin en casa, cuánto tiempo he estado soñando con este momento —una bandada de patos pareció celebrar su llegada, mientras un ciempiés amigable restregaba su blandengue cuerpecillo con su zapato derecho. Se respiraba tranquilidad hasta donde se distinguía la línea del horizonte. Era primavera y la temperatura bastante agradable—. Debo de estar en Queensland, me acercaré a una biblioteca a preguntar.

Al ir caminando, no pudo evitar comprobar como la naturaleza estaba exultante en toda la extensión de la palabra. El edificio parecía abandonado y el mostrador polvoriento. Tomó en sus manos el periódico más reciente que descansaba en una pila. El titular era inequívoco:

Tras el cese definitivo de la edición impresa del New York Post, este periódico no puede hacer otra cosa que la de obrar en consecuencia con el ejemplo de nuestro colegas norteamericanos. Por tanto, éste será el último número.

Durante el pasado siglo, la Selva Virgen ha sido uno de los últimos enclaves que permaneció a salvo de la acción del hombre. Sus ríos no sufrieron vertidos, sus bosques talados o adoquinados. Sin embargo, todos querían mantener su estilo de vida, sin renunciar a ninguno de los beneficios que disfrutaban, a costa de dañar muy seriamente el ecosistema del planeta. Ésta medida no es más que otra de las que figuran en un plan desesperado por salvar la Tierra.

Nuestros conciudadanos comienzan a tener dificultades para respirar. Las abejas se mueren y las plantas ya no son polinizadas, lo que repercute en la calidad del aire. Pero tenemos que creer en que sí habrá un futuro (...).

—No lo entiendo... Pero si el aire es puro, las plantas han conquistado territorios que antes tenían vedado —siguió leyendo—. Mmm, parece que estos eventos hubieran sido los últimos coletazos de una civilización al borde del abismo. ¿21 de marzo de 2214? ¡Dios, ha transcurrido un siglo desde que me fui! ¡No es posible, no! Después de que había dado con una brizna de esperanza —musitó con profunda tristeza al reparar en la fecha de la editorial—. Pero aún queda esperanza, sí, la Tierra se ha sanado a sí misma, y algunas especies han sabido adaptarse. Y en la nave cuento con todo un Arca de Noé que me permitirá restaurar en su hábitat cuantas especies sean convenientes. Me pondré manos a la obra, dispongo de todo el tiempo del mundo. ¿Qué otra cosa podría ocupar mi tiempo?

—Quizás esta nueva humanidad aprenda de sus errores. Desde luego, no será por mi falta de empeño. Les enseñaré su historia, sus aciertos y desaciertos, a valorar lo esencial, a divertirse con las pequeñas cosas que nuestros ancestros amaban.

»Lo irónico de este asunto es que todo concluya aquí, en el ocaso —extrajo de su bolsillo el esquema y corrigió lo siguiente:

Planetas de clase “A” detectados y, por ende, susceptibles de albergar vida propia o foránea: 3

Uno de ellos con el cien por ciento de probabilidades de éxito:

Gaia.

Magnus y Nadia
Entonces, algo inusitado aconteció. La cabeza de una chica asomó de entre las ramas de un frondoso árbol, un gran olmo. Su rostro reflejaba expectación y curiosidad por el visitante, a quien había estado vigilando desde su llegada.

Magnus se acercó y extendió su mano para acariciar su mejilla. De sus lagrimales discurrió un delgado río de gotas de felicidad ante la certidumbre de que no estaba solo.

—Me llamo Nadia. Te conozco, te presentía, te aguardaba desde que tengo uso de razón. Tu facciones, me las sé de memoria. Tu hazaña y sacrificio fueron documentados en “La Última Esperanza”, libro tercero de los anales del Explorador, pero te daban por muerto hace décadas. Pero ven, tengo mucho que enseñarte y mucho que aprender de ti —guiándolo a lo que probablemente sería la primera ciudad arbórea de la civilización.

No estás solo, te oigo.

Juan M Lozano Gago ©
 

 
Mark Knopfler - The Long Road
 

7 comentarios:

  1. wow! un relato estremecedor sin duda, bien cercano de la realidad, y con los tintes mezclados de ficción y fantasía con los que se distingue bien tu pluma mi querido ariano :D de verdad magnífico que placer leerte amigo, un abrazo lunar xoxo feliz

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    1. Hola, Eliz, la idea parte de imaginarme a un ser humano perdido en la galaxia, y su necesidad de encontrar a alguien que le escuche, poder contar lo que ve...

      Muchas gracias y un abrazo entre las estrellas! :D

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  2. esperanzador trabajo narrativo Juan, un viajero estelar en busca de un lugar donde plantar raíces, cuantos han soñado viajes no solo fuera sino dentro de la misma tierra, desde antaño, ese sueño se repite

    Felicitaciones y feliz día de la Poesía


    todos somos navegantes en busca de esa tierra perfecta
    (me fui en la volada jajajaj)

    besitos y buenas vibras

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    1. Uf, así es, muchos nos hemos puesto en el pellejo de un viajero que busca un lugar que conquiste su corazón, aunque es en el viaje donde descubre el verdadero placer de su travesía!

      Hace un ratillo me entere de que era el día de la poesía, jeje, que tengo un despiste :D Igualmente, feliz día de la Poesía,

      besos y que disfrutes de ese vuelo intergalactico, jeje! : ))

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  3. tu relato me ha dejado un sabor a esperanza y un poco de miedo jejeje miedo porque imagino lo que habrá pasado el pobre Magnus solo tanto tiempo y esperanza porque hay una oportunidad de empezar de nuevo, teniendo en el retrovisor todos los errores que cometimos como humedad para ya no volver a ser los monstruos en los que nos hemos convertido … ufff genial!!! love love love and rockets and more rockets Abril

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    1. y wl bendito corrector de palabras me tiene loca no dije humedad dije humanidad jejejeje :P usté dispense la ignorancia del corrector jejeje

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    2. Al final queda divertido eso de los errores que cometimos como humedad xD yo uso también un iPad y suele inventarse la mitad de las palabras que escribo :D A mi también me dio pena del pobre Magnus mientras iba acabando el relato, así que abrí una puerta a la esperanza,

      un abrazo : )

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