lunes, 28 de abril de 2014

El Último Soldadito de Plomo (cuento)


Joe, el último de los suyos

Joe era el último soldadito de plomo que quedaba en la vitrina del salón de los Andrew. Su hijo, hoy un muchacho de veintiún años, se había marchado a la Universidad, lo que había reducido prácticamente a cero las esperanzas de Joe. 

Joe había visto como sus "hermanos" habían partido antes que él. Incluso se rumoreaba que el que le precedía, se había enamorado de una pastorcita de porcelana, y que en su huida de la mansión, habían caído en las zarpas del fofo y maloliente gato de la familia, para acabar dando con sus pequeños cuerpecitos en las brasas de la chimenea, donde los hallaron fundidos en un abrazo que sorprendió a propios y extraños.

Sin embargo, Joe era miedoso y carecía de la valentía de la que andaban sobrados sus compañeros. Con sólo atisbar el suelo desde su estantería, se estremecía de pánico. No obstante, era consciente de que ya nada le ataba a esa casa, donde los días de juegos, batallas y risas habían pasado. "Si pudiera derramar alguna lágrima", se decía. Pero lo único que acumulaba su casaca de un verde gastado eran motas de polvo. 

Pero llegó un día en que se armó de valor y decidió dar el salto, y digo que sí lo dio. Cogió prestada la bici decimonónica de una de las muñecas de la colección de Ruth, la madre de Andrew Jr., que se alojaban en la planta inferior. Y tapándose los oídos, se deslizó como un rayo por un tablón apoyado hasta alcanzar el parquet. Pero no pudo evitar oír las insidiosas voces de las muñecas pronunciar su nombre con una mezcla de deseo y maldad:

Joe, ¿por qué te escapas? Ven a mi, cerca, más cerca. Tendremos una eternidad juntos, sin envejecer, sin esfuerzos. Veremos envejecer a nuestros amos, como ese triste gato pasa a mejor vida, y al final, todo esto que ves, los sofás de skay, las lámparas doradas o incluso la colección de vinilos será nuestro merecido legado. A los relegados y olvidados, Joe..., nuestro único consuelo, Joe...

Joe horrorizado, no pudo evitar pensar en el futuro que le pintaba Mary. Los últimos habitantes de la vieja casa, cuando ya no quedase nadie más. Los únicos testigos silenciosos e inmóviles de una época que cedió ante el tronar de los años y el olvido. 

— ¡No! gritó con todas las fuerzas que le permitieron sus diminutos pulmones. No haréis lo mismo que con mi hermano Henry. Era el más intrépido y audaz de todos nosotros. Se proponía encontrar Light Waters. Creía en un futuro para todos, cuando ya nadie nos quisiera, cuando sólo fuésemos estúpidos ornamentos encerrados en frías vidrieras. Sin embargo, Henry sólo ha sido otra víctima más de un absurdo destino. Se enamoró de aquella triste muñeca, con su sonrisa petrificada, y creyó en sus palabras y término en el fuego concluyó con la voz rota de dolor.

Light Waters era el libro que le leían al pequeño Andrew antes de irse a dormir. A Joe le encantaba arremolinarse bajo las mantas junto a Andrew, mientras la protectora voz de Ruth releía unos de sus pasajes preferidos:

"... Y bajo las alas amigas del Tucán Rojo se halla el corazón del bosque, donde los riachuelos que proceden de las cascadas de luz descansan, derramando sus lágrimas extasiadas por la confrontación con el Sol y devolviendo al bosque su espíritu ante la atenta mirada de miles de ojitos salpijos y húmedos y dulces como sus mismas aguas...".  

Pero de eso hacía ya muchos años, momentos que guardaba en su memoria como su mayor tesoro. Ahora estaba a punto de atravesar la gatera de la puerta de la cocina, cuando sintió como unas pesadas extremidades hicieron temblar la alfombrilla. 

¡Ya estás muy viejo para esto dijo en voz alta, refiriéndose al orondo gato, mientras daba marcha atrás y pedaleaba con fuerzas por el corredor que conducía al vestíbulo. 

Los rayos de luz incidían con fulgor a través de las espesas copas, que inundaban con sus ramales el porche de un fragante verdor a lilas y eucalipto.   

Joe se atrevió finalmente a cruzar el umbral de la cancela al tiempo que los Rosales de unos parterres aledaños parecían inclinarse en un saludo de admiración. Para nuestro aventurero amigo, todo era nuevo: el Sol y la brisa repleta de sabores procedentes de la campiña. Y ante su inocente mirada discurría un estrecho sendero que se perdía entre las sombras y setos hasta encontrarse con un afluente del Río Shannon, la sangre azul de los valles irlandeses.  

"Sólo falta un poco más y ya habré llegado al bosque", se decía. "Me haré un barquito con las cañas de bambú que recoja en la ribera y veré un nuevo anochecer bajo un nuevo techo sembrado de estrellas titilantes, y... Y seré el único superviviente de los míos que se entregó a la deriva del río en busca de un cuento de niños...", murmuró desdichado.

Y tal le fueron las cosas como había estado rumiando en las últimas horas. Y construyó un barquito que llevaba por vela dos tréboles de cuatro hojas, y lo botó al río, y se dejó llevar por su curso mientras la Luna reflejada en sus párpados otorgaban a sus ojos color cielo un tono violáceo.  

Mientras soñaba con el formidable Tucán desplegando sus alas sobre Light Waters, unos chubascos le despertaron. Pronto se vio envuelto en un aguacero que arrastraba con violencia la embarcación hacia unas afiladas rocas. Trató de enderezarla, pero sus vanos intentos nada pudieron contra la tempestad. Se oyó un clac y a continuación fue arrastrado por la bravura de las aguas. Y poco después un click mientras su casaca se enganchaba en las garras de alguna ave. 

Debía de estar amaneciendo, cuando abrió los ojillos arrugados por la humedad. No podía creer lo que veía. Cientos, no, miles de ojos que lo observaban curiosos entre las zarzas, mas un par de ellos lo miraban a lomos de un gran Tucán rojo. 

Irodaila, el Espíritu del Bosque
—Soy Irodaila, el ancestral espíritu del bosque —interrumpió la más bella de las ninfas que hubiera alguien retratado jamás. Y este pájaro, mi fiel guardián, que ve donde no hay, y extrae lo que se oculta tras el cristal, la marejada o el plomo... El bosque, el hayedo, sigue creciendo gracias a sentimientos tan nobles como la valentía, la esperanza, el amor a la propia vida. A menudo detectamos como espíritus traviesos saltaron desde el portal que separa los mundos antes de tiempo, antes de su tiempo, y se aferran a las cosas en su deseo por vivir, de cariño y compañía. Pero no todos logran llamar la atención como lo has hecho tú y regresan de vuelta a la lista y en su orden. Tu corazoncito como un foco alimentado por sueños y brotes por igual es único.

»Ahora, ¡mírate! —le ordenó la dama de cabellos de musgo.

Joe observó con detenimiento sus brazos y piernas desnudas, su color era como el de la piel humana. Y unas gotitas saladas le resbalaban por las mejillas. Saboreó una de ellas con perplejidad y regocijo.

¿Estoy muerto? preguntó.

Estás más vivo que nunca, ahora debes partir. ¡Corre y vuela! Encuentra tu destino.

No muy lejos de Dublín, un hombre no paraba de mirar el reloj que había al fondo de un pasillo de paredes blancas. Daba vueltas sobre sí mismo, devorado por la ansiedad. Entonces un grito de mujer ensordeció la sala y otro hombre con un batín beige, anunció la buena nueva.

Es un niño, fuerte y sano. Pase a conocer a su hijo. 

Su esposa mecía entre sus brazos a un dulce bebé de ojos color de cielo. Enseguida comprendió que llamarían al niño Joe, como su padre, como su abuelo.
 
FIN
 
Juan M Lozano Gago (c) Todos los derechos reservados
 

 
The Everly Brothers - All I Have To Do Is Dream
 

jueves, 24 de abril de 2014

LA SINFONÍA SIN NOTAS


 
DE LAS AVES MIGRATORIAS HACIA MUNDOS IGNOTOS,
DEL SER Y LA SINFONÍA DE PAN*, Y UN VIAJE SEGURO.
 
[*del griego, todo]
 
Yo no soy esa cigüeña que va buscando en la leña,
Ni tampoco un martín pescador en busca de fragor.
Yo no soy un colibrí que huye de un mundo hostil,
Ni tampoco esa Garza que hizo su nido sin gracia.

Sólo soy un adelanto de mayo,
Soñado por los hidus de marzo,
Sólo soy una bocanada de tiempo,
Soñado por una niñita a destiempo.

Yo no busco esa nobleza en riquezas,
Ni tampoco me guardo en una billetera,
Yo no soy mecenas de fiestas sin cenas,
Tampoco las caras de un cubo de Rubik.

***

Sólo soy un puñado de átomos y arena,
Que mezclados con amor un sentir dio,
Sólo soy un remo sin freno en alta mar,
Que lucha con las olas sin mirar atrás.

Yo sí quiero una chimenea de noche,
En una casa que tenga vistas al mar,
Para poder oír la marea sin barreras,
Para poner nombre a las estrellas.

Como un ave de paso que sigue su meta,
Como una rémora que interpuso un hada,
Como un ovillo de lana que soba un gato,
Como un candil que alimenta luciérnagas.

***

¿Quién soy si no sé dónde estaba mi ser
Antes de nacer, de vivir y respirar aire?
¿De dónde vine si no sé si los mundos
Que sueño me confían su gran secreto?

Unas piernas para patear piedras y correr,
Unos brazos para abrazarte en la tormenta,
Una mente para pilotar una abeja sin reina,
Una frase para que pienses en la distancia.

Más allá de las palabras hay una pluma,
Y un tintero que relleno con mi sangre,
Más allá de la apariencia hay un niño,
Que se cree un pirata en su carabela.

***

La melodía que desencadena un piano,
La sinfonía que parió un violín roto,
Que va aprendiendo de la orquesta,
Sumando estrofas de cada bulevar.

"Mamá, me han enseñando un nombre,
A ver, ¿qué nombre has aprendido hoy?
Mayo"

***

Y encaramos el futuro con ganas,
En este nuestro safari por África,
Para conocer la arbórea sabana,
Para tomarnos un café a gusto:

Que sabe a estaciones acuosas,
Que sabe a regreso y principio,
Que sabe a conductas remotas,
Que sabe a miradas ancianas.

***

Una mochila, una cámara y un lápiz me llevo,
Para plantar tu cariño tan mayúsculo y liviano,
Para inmortalizar la ternura y almas ponderar,
Para esbozar con carboncillo cada eslabón.

Una memoria os lego a sotavento entre acacias,
Una llamita que crece y crece hasta el alborecer,
Una vieja y raída colcha de mosaicos jubilosos,
Una usada sinfónia que yo estrené y tú pulirás.

La sinfonía que nos funde,
Entre tumbos y quereres...

Juan M Lozano Gago (c)
 

 
Willy DeVille & Mark Knopfler - Storybook Love
 

miércoles, 23 de abril de 2014

DE PEQUEÑECES Y RECETAS













Para los que escuchan, 
Para los que lloran,
Para los que aman,
Para los que palpan...

Cuando un problema golpee tu puerta,
Cuando un enfermo te regale su sonrisa,
Cuando un llamada rompa la madrugada,
Cuando un nubarrón no te deje ver la Luna,

Aprieta con fuerzas mi mano,
Camina en mitad de la noche,
Respira la brisa madrugadora,
Desea una cosa incomparable.

Una gota, otra gota, no son iguales,
Un maizal, otro maizal, con su tiento,
La guadaña, delicada, cosecha a su modo,
La amistad tan rara es una perla en el mar.

***

Para los que ignoran,
Para los que cierran, 
Para los que odian,
Para los que ocultan...

Quita una teja del tejado,
Visita a los que duermen,
Transforma el aire con voz,
Crea un sueño con hierbajos.

Cada gota en el mar es mar,
Cada maizal se rindió a un sol,
La guadaña la porta el de siempre,
La extrañeza se quiebra con besos.

Desconfía, no desconfíes,
Habla o calla simplezas,
Siente, no sientas, pero ríe,
No quieras, envidia al pobre.

Cuando mires a mis ojos, 
Cuando dejes tus temores,
Cuando riegues la maceta,
Cuando esperes esa carta.

***

Hay un desfile de estrellas,
Hay un gran cesto de ropa,
Hay un jardín de ocasión,
Hay una senda perpetua.

Que dibuja nuestro nombre,
Que nos viste de futuros,
Que no pincha si te sientas,
Que sin mapa nos conforma.

Ahora escribe uno, dos verbos,
Ahora canta uno, dos silencios,
Ahora prende una, dos candelas,
Ahora lee sin leer una, dos recetas.

Todos formando un círculo bajo Orión,
Todos girando con el tic-tac del bosque,
Todos mojando los pies del de al lado, 
Todos pisando la misma arcilla de vida.

***

¿Seguiste las instrucciones o abriste la ventana?
¿Sentiste el frío en soledad u oíste voces lejanas?
¿Sufriste algún catarro o te entristeciste por no toser?
¿Te viste tan pequeño y único como una mota de polvo?

¿Te das cuenta que somos iguales y distintos?
Que con poco nos bastamos, con más fallamos,
¿Te das cuenta que hay un rastrillo en la esquina?
No tardes y ara tu parcela, una mancha en la canica.
 
Como hermanos de una misma humanidad, 
Hijos de una Tierra huérfana en inmensidad,
Como peleteros que ondean su llama certera,
Brasas que consumen el oxígeno del conjunto.

Descansa en tu cama deshecha de amor,
Tiéndete en tu balsa de frente a mi tez,
Inspira y exhala los vientos pacíficos,
Y sueña con que diste lo que se negó.
 
Con caminos divergentes 
que confluyen una vez.

Juan M Lozano Gago (c)
 
(con este tema musical, gracias)
 
 
 
Small Moments (Above and Beyond) - Time Lapse
 

martes, 22 de abril de 2014

Valencia, centro (fotografía)

© de todas las fotografías y vídeo,
tomadas con una Panasonic
Lumix DMC-FZ45
Juan M Lozano Gago
 
Antes de que concluya el mes, quería dejar unas cuantas fotos de mis minivacaciones de Semana Santa que no incluí en la anterior entrada dedicada a Valencia, por centrarme sólo en las tomadas en el acuario.
 
Centro de Valencia

Lo cierto es que esa mañana me acompañó un fuerte levante. No obstante, pude pasear por el casco histórico de la ciudad, pasar por unos baños medievales, que descubrí siguiendo una excursión turística, u observar una especie de fortín o castillo.
 
Pero uno de los puntos de referencia del casco histórico es la lonja o el Mercado Central o Mercat Central, el mayor de Europa y que reúne cada día a unos 400 comerciantes de porductos frescos.
 
Mercado Central de Valencia

Como podéis apreciar arriba, es una construcción de estilo modernista iniciada en el año 1914.
 
Otro de los lugares que me resultó curioso, además de bonito, es la llamada Plaza Redonda, situada en pleno centro y no muy lejos de la Catedral de la ciudad. Alberga unas pequeñas casetas de madera donde se vende todo tipo de hilos, encajes, y, en general, artículos de mercería. Una actividad artesanal que va cediendo poco a poco ante la industrial.
 
Placa conmemorativa de la Plaza Redonda

Plaza Redonda

Merece la pena echarle un vistazo y descansar mientras tanto un poco en ella.

Otro lugar de interés y en el que me detuve un rato, mientras buscaba el camino que me llevaba a la Catedral, es la Iglesia de Santa Catalina que da nombre también a la plaza en la que se sitúa. 

Torre y plaza de la Iglesia de Santa Catalina

La Iglesia de Santa Catalina Mártir, de estilo gótico, data del siglo XIII, cuando era sólo una parroquia. No obstante, tras sufrir un incendio en 1548, fue reconstruida. 


El campanario se termíno a comienzos del siglo XVIII. Como nota curiosa, decir que las campanas fueron fundidas en Londres.

Interior de la Iglesia:
 

A continuación divisamos el famoso Miguelete o Micalet, sita en la plaza de la Reina. Se trata de una torre campanario octogonal de estilo gótico valenciano del siglo XVI.
 
Torre del Miguelete, Catedral de Santa María de Valencia

Fachada e interior de la Catedral de Santa María:

Puerta de los Hierros
 

Plaza y puerta de la Almoina (limosna)

Plaza de la Reina:
 

Una vez dado por concluído nuestro periplo, nos acercamos a los jardines del Turia, pulmón de la ciudad y lugar de esparcimiento y ocio, donde turistas, ciclistas o aficionados al footing pasaban la mañana.
 


Antiguo cauce del río Turia y desviado del centro por las graves inundaciones sufridas a mediados del siglo XX, en un principio iba a ser una nueva autopista urbana, si bien el pueblo lo reclamó como espacio verde.

Y de regreso por dicho cauce, nos encontramos de nuevo en el punto de partida, la Ciudad de las Artes y las Ciencias, pero desde otra perspectiva:
 
 

Ágora

Un chófer nos recoméndo visitar la playa de la Malvarosa, y lo cierto es que está bastante lejos del centro (tampoco es que la Ciudad de las Artes esté muy cerca...), a unos 40 minutos en autobús urbano más o menos. 

 
 

La Malvarosa debe su nombre al barrio homónimo que se halla junto a ella, que data de 1848 y cuyo artífice fue un jardinero. La playa era empleada para el desembarco de pescado y comercio.

Y de Valencia, en un salto (de tren, claro) me trasladé a Sevilla en un soleado y caluroso Domingo de Ramos, donde tras una especie de breve recorrido turístico desde Triana, pasando por la Macarena, y hasta parar en la Puerta de Jerez.
 
 

Y al final disfrutando de la Semana Santa jerezana, por cierto, me partí de risa cuando me tomaron esta foto.
 
 

El Torreón de Nadia (cuento)


DEL NUEVO AMANECER, DE LA MÚSICA Y EL ARTE
COMO PUENTE LEVADIZO, una madre y un hijo...
 
Y un acróstico escondido
 
~
 
—¿Nadia, por qué huyes de los hombres si sin ellos nadie eres?

—Se olvidaron de soñar, y mi reino es de Fantasía...

»Sólo pondré una vela de cuya cera un hijo haré.
 
Hallado y Apisonadora, su yegua, buscan el Torreón

Entre las chimeneas de fuego y lava en silencio y extasiada,
Nadia esculpió un torreón hasta el cielo para apaciguar su sed.

Labriegos y lacayos la buscaban sine diem entre viñedos y trigales,
Azorados por los perros del Señor que todo ve, todo ama y nada teme.

Calzó unas pantuflas ligeras y espumosas que horadaron la grava con Fe,
Otrora un cáliz donde vivarachas obreras fermentaban la ambrosía y el pan.
Lanzada a su artesanal tarea pasaron las eras en la Tierra, un mohín para ella.
Inopinada fue la fuga de ideas que con un grueso manto se cubrió de penumbras.
Noches cerradas de Lunas, noches siderales a la luz de fogatas exiguas crepitaron,
Apenas un sollozo de un bebé o el último aliento de un anciano los sentires reavivaba.

Donde antes hubo Castillos de Arena de prístinas almenas y dragones a barlovento,
Ondeaban procesiones en altares y abadías, farolas a mediodía, invisibles para sí.
Nadie conocía el reflejo de su faz en tinajas que limpiaban sus ropajes del hollín,
Donde los traviesos rayos bañaban riachuelos de ilusiones, cantarines y sinfín,
Eclipsados por los días en que el Sol se fue de tango, apostado en otra orilla.

Las vidas se torcieron y las aves su plumaje resecaron para días por llover,
Antepuesta la ambición a leyendas pueblerinas, enturbiaron la ecuación...

Mas el día llegó en que un niño al tiempo noqueó con torrijas bajo el brazo,
A las artes en su sartén cocinó, Melodía y Simetría, Aflicción y Diapasón,
La ensaimada resultante una música invocó, que doncellas y bellas liras
Adoraban, por rivales repertorios, en salones de postín y de operetas...

Hallado, convertido en muchacho, a los archivos de la corte accedió,
Iluminado por una vela de un blanco helador un grimorio descubrió,
Enrevesado era su cuento sobre nadie y una madre llamada Nadia,
Rebosantes las ilustraciones de un color verde pasión que a su juicio
Brotaban entre páginas, desperezando a los amaneceres ultravioletas 
Ante un gran dedo acusador insertado en un triángulo trapecio borroso:

"Nadia, no te quedes dormida en tu torreón que tanto te costó cincelar.
Obstinado y caprichoso fue el puente que tendiste hasta mí con tu dulzor...

Cuando la noche se deshaga del día, y venga a enmendar la hueca matriz,
Revestiré estos, tus aposentos, con mis tules de lavanda y unas rosas al Sol. 
Estrujada entre mis brazos, te insuflaré con la última bocanada de mi creación.
Cuando la última gota de cera queme la palma inocente de aquél que te anheló,
Entronizada en un tobogán iridiscente te darás de bruces con la semilla que dejo.

Siempre habrá un nuevo despertar para los que se cobijaron en mi corazón, 
Ingredientes entre los cuales te entrego el más preciado terrón de azúcar...".
Enfrascado en estas líneas, Hallado contempló una antigua cartografía y
Mecido entre las cumbres de sendos volcanes había un sendero calizo.
Presto, embaló una de sus liras, ensilló a su Yegua Apisonadora mas
Relampagueó como un rayo díscolo que de la tormenta se zafaba, 
Entonando la más grande canción que su alma había compuesto.
 
Brillando como nunca lo había hecho el espectro* se descompuso,
Radiando un níveo fulgor que dejó paso al rojo, naranja y amarillo,
Iris en forma de arco que dibujó un pórtico de vetustas montañas,
Llamando como un Faro que salva navíos del traicionero acantilado,
Llamando al mismo Universo para que maquinase un nuevo comienzo.
Apisonadora retrocedió cegada y Hallado entonó aquella canción:
 
Nadia y el nacimiento del Arcoíris

Es el Sol el que esperaba encontrar en los libros para mi brújula,
La ilusión latente en mí nunca se resignó a caer en la opacidad...

Sol y Luna, mar y tiempo, y mucho más que eso preconicé en ti,
Oliendo tu legado de rosas y arcoíris, te bajaré de tu cúmulo nimbo,
Le faltabas a la humanidad, me faltabas a mí... Esperanza y promesa
 
~
 
Nadia y Hallado se abrazaron hasta quedarse sin respiración,
auspiciados por el primer arcoíris que el Hombre acarició...
 
La condujo a la Corte donde los expertos reconocieron a la princesa Nadia, desaparecida hace siglos según databan las cronologías del reino. Visitaron los viñedos y trigales que ahora crecían con fervor. Acudieron a la inauguración de la primera Universidad erigida en honor a las musas. Fue la invitada de honor de un concierto de Hallado y las Dragonfly**
 
Y en cada amanecer, cada despertar, veían la sonrisa del Señor que les impulsaba cual motor en su caminar. Y en cada tormenta siempre aparecía un inmenso arcoíris, cuyos extremos abrazaban los mares y costas en un gesto que aglutinaba las tierras bajo un mismo designio.
 
FIN
 
*espectro solar
 
** libélula
 
PERSONAJES:
 
Nadia: nadie, esperanza e ilusión, fuente del arcoíris.
Hallado: nacido de la vela que Nadia prendió con la semilla que recibió.
Apisonadora: una yegua fiel, apacible y asustadiza (es que nació en un mundo sin Sol)
Labriegos y lacayos: son justamente eso, ¿qué esperabas?
Hallado y los Dragonfly: un grupo de moda
Doncellas: las coristas
 
Juan M Lozano Gago (c)
 
(oyendo esta canción mejor)
 

 
Texas - Summer Son