viernes, 28 de junio de 2013

LLOVIZNA














¡Aprovecha la lluvia
 
Que del cielo cae
 
Hasta calarte... muy hondo,
 
para que florezca la belleza!

que oculta vive en tu corazón!


¡Aprovecha la galerna,

Tempestuosa y orgullosa,

Hasta sentir su impacto en el pecho,

Para que con su potente aquilón

barra los pesares de tu corazón!


¡Aprovecha la espina de la rosa

Que con su trémula terneza

Aviva el riego de tus manos,

Para que el coraje de la fragilidad

Sea descubierto por tu corazón!


¡Aprovecha los gélidos minutos

Que preceden a la alborada,

Porque sólo sienten frío

Aquéllos que albergan calidez

En su corazón!


¡Deslúmbrate con la sonrisa forastera

Que nos brinda la ingenuidad,

Porque la capacidad de apreciar

Lo pequeño e invisible

Hace grande a tu corazón!

 
¡Deslúmbrate con el llanto distante

De aquéllos que exhalan sus lamentos,

Porque las lágrimas enjugarán

Con renovados bríos los riscos

que duermen en su corazón!


¡Apura la dulce quemazón
 
Que en tus hombros sembró el Sol,

Porque sólo la alba piel
 
Que muda tercas cadenas

Hace libre a tu corazón!


¡Todo lo que urges...

Todo lo que aprendiste,

Todo lo que esperas...

Todo lo que gozas!


Tan sólo detente a mirar...

Un mundo ahí fuera

Tu presencia ansía...


Juan M Lozano Gago ©



Des'ree - You Gotta Bee (lyrics)

martes, 25 de junio de 2013

FUGAZ













En la tarde perfecta,

Tus brazos de espuma me abrazaron,

Tus olas una caricia con aroma a sal,

Fluyendo juntos al compás...


Y encendimos la marea,

Esbozando en la arena

Siluetas de acuarelas.


En tus ojos me perdía,

A la lumbre de mi hoguera,

Anhelando serenatas

Que cantasen nuestra gesta.


En la noche con estrellas,

Mil reflejos acusaron

Lo imposible de este amor:


"De mis manos te escapabas,

Tus hermanas te aguardaban.

Infinitas las caricias

En mis piernas distendidas".


Ahora sigo enamorado,

La salobre de tus labios,

De tu danza de rumores,

Que protesta en mis oídos.


Y golpean en mi pecho,
 
Pura y gélidas intenciones,

Y me dejo a la deriva,

Que discurre en la bahía.


Plateados son tus sueños

Y fugaces tus andares...


En otra vida nos buscamos,

Y ahora sólo son tus ecos

Los que arropan mi agonía,

Un atisbo en el futuro...


Existe la persona perfecta,
pero ¿y si muere antes que nosotros...?

Juan M Lozano Gago ©



Rammstein & Sharleen Spiteri - Stirb nicht vor mir (subtitulado en español)

sábado, 22 de junio de 2013

EL TIEMPO SE QUEDÓ














Y los años pasan,

Y la vida pasa,

Y somos los mismos,

Y somos ya distintos,


Castillos en la arena

Barridos por la mar,

Tormentas de sueños,

Eclipsadas por la sal.


Almas en busca de calor,

Almas en pos del candor,

Sueños que mudan cadenas,

Consuelos que ansían tus venas.


Mas emprendo de nuevo una ruta incierta,

Perseguir mis sueños, mi única meta.

Renuncié al pasado, mi única opción,

Seguir adelante sin perder mi fe,

La única constante que logré aferrar.


Mas nada importa y todo gira,

En la eterna esfera que todo devora,

Escapar de ella... mi aliento gasté,

Mis fuerzas y empeño, demostrado fue,

Aunque ahora entiendo que sólo luché.


Fue por mí, y por nadie más,

Desgarré mis notas congeladas han...

Y el calor, mi amigo, el que siempre está.

Y al final briznas, que devuelven su verdor

A los yermos parajes que el gran orbe postró.


Como un tosco tronco resistiré,

El último embate que aguarda,

Y no será el último,

Y el siguiente también...


Como un junco indomable,

¡De pie seguiré!


A salvo de la sombra aviesa,

bajo el tenue fulgor de la Luna.


Juan M Lozano Gago ©

(léase oyendo esta canción)



Ludovico Einaudi - Nuvole bianche

miércoles, 19 de junio de 2013

ZENDRA Y EL REINO IRRADIADO


Zendra anhelaba encontrar la luz más que ninguna otra cosa en el mundo. Zendra era una mujer o al menos lo fue una vez... No recordaba cuándo fue el punto de partida de su aciaga existencia, ni siquiera si hubo un principio. ¿Miles de años quizás? Ya nada importaba, sólo ella y su espejo reflectante de mundos.

Zendra tendría una edad que podría pasar por unos treinta años, si bien, los molinos de viento de sus ojos eran un pozo abismal e inquietante. Si las sombras pudieran materializarse en un objeto físico, no habría mejor ejemplo de ellas que su perturbadora y fulminante mirada. Sus ojos negro azabache eran más negros que la misma oscuridad, inclusive más que el mundo de tinieblas al que había sido relegada hace ya una eternidad. Todo era gris. Infinitos tonos de grises para ser exactos, llenos de matices. Todo un abanico de colores que recreaban un entorno mortecino y sin vida: arbustos grisáceos cuyas sombras se cernían sobre las plomizas llanuras, al tiempo que un aire viciado con olor a almizcle y más denso que la nieve adquiría casi su propia identidad.

Zendra desconocía el nombre de aquel extraño mundo que habitaba. Su casa estaba repleta de habitaciones unidas entre sí por laberínticos pasillos, escaleras de caracol dominaban la estancia aquí y allá. En el exterior junto al bosque de pétreos cipreses tenía un pequeño huerto de tomates..., sí, grises. También había diminutas flores de formas indescriptibles en un pequeño jardincillo que presidía la vetusta y sólida puerta de madera envejecida.

Ignoraba en qué momento fue llevada al Reino de las Sombras, o más bien no era capaz de recordar el evento que desembocó en su desdichado destierro.
 
La inhóspita mansión no era lo que se podía decir un cálido hogar. Sólo tenía por compañía a un pequeño hámster que se paseaba todos los días a partir de las once y media de la mañana, para luego confundirse nuevamente con el nebuloso tabique. Este dato sería puramente anecdótico si no fuera porque este matinal evento le hacía rememorar que en sólo treinta minutos tronaría el reloj de pared del salón, cuyo estruendo inundaba todo el lugar. Era entonces cuando las reglas de la física no parecían tener aplicación en ese mundo; las vibraciones provocadas por cada uno de los tañidos del reloj desdibujan la realidad, que se quebraba y combaba sobre sí misma, ahogada en la penumbra inyectada en toda y cada una de las cosas que la rodeaban.

Justo en ese instante y durante unos minutos más el espejo se iluminaba y podía mirar en su interior. En la parte inferior del marco de plata unas extrañas runas venían a decir lo siguiente:
 
El camino sólo se abre para quien sabe ver más allá de uno mismo.

Por supuesto, ella no supo descifrar en un primer momento los caracteres rúnicos, del mismo modo que tampoco sospechó del porqué del insidioso recorrido que realizaba el hámster cada día cuando se aproximaba la hora. Pero un día siguiendo al albino roedor, se perdió en un ala de la casona que no había visto antes. Allí sobre una mesita nacarada descubrió un tomo algo voluminoso, cuyo lomo anunciaba: El arte de las runas y su estudio vital. Ni decir que su estudio le hizo perder mucho tiempo, pero qué era el tiempo para ella, sino insignificantes briznas en el campo que podía arrancar a su antojo.
 
Ese día estaba decidida a mirar el espejo con todas sus fuerzas. No pasaría otra vez lo mismo que en anteriores y decepcionantes intentos. Algo era diferente en esta ocasión. Estaba segura de que contaba con todo lo que hacía falta para ver con los ojos del corazón: arrojo, convencimiento, sabiduría y tenacidad, y perforar así el velo de oscuridad que cegaba su comprensión.

El espejo irradió una luz fulgurante, y en lugar de reflejar sus facciones y sus largos cabellos ondulados que arribaban hasta la cintura, vio por primera vez, o al menos eso creyó, un color distinto del gris. La pared pintada de un blanco luminoso sobre la que incidían los rayos solares del mediodía desbordó el iris de sus retinas. Unas cortinas verdes enmarcaban los ventanales situados en la pared opuesta, y la fragancia de unas rosas rojas que yacían colocadas con esmero en un jarrón de porcelana penetraba a través de sus fosas nasales. La habitación permanecía en silencio, pero era un silencio colmado de quietud.

Inclinó su cabeza para tratar de ampliar su campo de visión, y sin querer apoyó sus frágiles dedos sobre el cristal, que para su asombro se rompió, estallando en mil pedazos, que se esparcieron por el suelo con violencia. Su mente comenzó a trabajar contra reloj: pensamientos arremolinados y arrinconados en recónditas áreas de su cerebro se apoderaron de ella, sus recuerdos se estampaban contra su ser frenéticamente, pasajes, rostros, risas, sensaciones, voces, etc.; posiblemente sólo habría una oportunidad para...

— ¡Sandra, Sandra! —gritó una voz angustiada y sorprendida que se acercaba en la distancia.

Zendra dirigió su mirada hacia la mujer y entonces se dio cuenta de que ya no contemplaba la escena desde el otro lado del espejo.

— ¡OH, mamá! —sollozó Sandra— ¿Cuánto tiempo ha pasado?

—Dos años, hija mía —le contestó la madre con júbilo.

Zendra lo había logrado, había conseguido abandonar El Reino de las Sombras. Todo había sido una pesadilla, producto de su estado. Su mente enjaulada y aprisionada había elaborado una realidad alternativa de penumbras, a la que ciertas partes de su cerebro se resistían con afán.


En ese instante percibió que un objeto le pesaba en el bolsillo de su bata. Introdujo su mano allí y extrajo un pequeño libro titulado: El arte de las runas y su estudio vital, edición de bolsillo. Bueno, lo recordaba más grande, pero nunca supo cómo se vino consigo.

*Zendra es Sandra
 
Juan M Lozano Gago ©

jueves, 13 de junio de 2013

DOS MITADES














Me interné en aquellas brumas

Sin saber qué me ofrecían.

El relente retardaba

Mi voluntad hechizada.


El arrullo de las voces

Me atrapaba sin medida.

Y sus cantos en la orilla

Susurraban melodías:


Agua somos,

Fresca y pura.

Otrora fuimos,

Ahora exiliadas”.


Mi mirada perturbada

Un torrente sólo hallaba

Mi corazón encogido,

Escuchaba afligido:


Forastero de estas tierras,

Bebe ahora de mis aguas.

Nada temas del murmullo,

Haz de la fe tu aliado”.


Zascandileaban a mis pasos,

Su naturaleza trasluciendo.

A mi alma adormecida

Remembranzas afluían.
 

Tomé un sorbo sin recelo,

Y el ensueño por mis venas

Ya surcaba por mi torso,

Cuando la certeza amanecía.


En el fondo del río estaba,

Mis pulmones inundados.

Me así a su mano con nervio,

A la superficie acercándose:


Eres mi razón de vida,

Mi vela en la deriva,

Mi sostén en la tormenta

Y el hogar al que retorno”.


Nos fundimos en un beso,

Reencontrados en el claro,

Abrazados por la dehesa,

Alumbrados por la Luna.


Juan M Lozano Gago ©

(léase oyendo esta canción, gracias)



Mecano - ¿Dónde está el país de las hadas?

martes, 11 de junio de 2013

La partícula de Dios

El pasado 29 de mayo todos nos enterábamos de que los descubridores del bosón de Higgs, los físicos Peter Higgs y François Englert, junto con el CERN (Laboratorio Europeo de Física de Partículas), eran galardonados con el Premio Príncipe de Asturias.
 
Hace un año aproximadamente los medios de comunicación, centrados en aquellos días en noticias económicas para variar o en la final de la Eurocopa y la victoria de España frente a Italia, se hicieron eco de una noticia no menos importante, y diría que, a mi juicio, uno de los grandes descubrimientos de la ciencia moderna.
 
Se ha demostrado al fin la existencia del "bosón de Higgs", partícula básica propuesta por Peter Higgs en 1964 que estaría en la raíz de todo lo que existe en el Universo, incluyéndonos a nosotros mismos, por supuesto. Dicha partícula, conocida popularmente como "La partícula de Dios", haciendo referencia al "ladrillo" primigenio que sustenta la materia, formaría en teoría una red invisible que interaccionaría con todas las partículas con masa.

Remontándonos algo más atrás en el tiempo, a los propios orígenes de la física cuántica (años 30 del pasado sg. XX), vemos como ésta surge de la pregunta: ¿es la realidad tal y como la apreciamos? Su nacimiento responde a la necesidad de dar explicación al comportamiento irregular de las partículas elementales del átomo. Las fuerzas propugnadas por la física clásica no bastaban para argumentar por qué estas partículas, que se suponía debían de seguir una trayectoria y velocidad constantes, de pronto desaparecían y volvían a reaparecer, variando su rumbo o velocidad. Estas partículas en sí mismas irreales, dada su imprecisión existencial, pueden actuar como ondas en un momento posterior o incluso anterior.
 
Más adelante fue formulada la conocida "Teoría de Cuerdas" (véase El Universo Elegante, libro escrito por el doctor Brian Greene), que trata de conjugar la teoría de la Relatividad con la mecánica cuántica. De este modo, distintos matemáticos con mayor o menor acierto, llegan a demostrar, a través de diversos y complejos teoremas que engloban todas las fuerzas físicas conocidas junto con otras puestas de relieve ad hoc, la existencia de esta red invisible que hace posible que los astros no se vean atraídos unos por otros por la fuerza de la gravedad. Como si de una telaraña inmensa se tratase, todo permanece en el lugar adecuado, proporcionando un orden a lo que a priori puede resultar caótico. Aquí entraría en juego el bosón de Higgs, cuyo comportamiento ya es explicado dentro del marco de la relatividad espacio-tiempo: partículas interdimensionales que se mueven en diferentes realidades paralelas (hasta 13 según los últimos hallazgos matemáticos), saltando de una a otra, pero coexistiendo en un mismo espacio, ejerciendo su propia fuerza sobre la materia, distinta de la gravedad.
 
Pues bien, el acelerador de partículas subterráneo de Ginebra construido con el propósito de reproducir las condiciones del Big Bang a una escala muy reducida (única forma posible de poder hallar físicamente las partículas exóticas que estarían en el origen de la existencia de todo), ha dado finalmente sus frutos. El 4 de julio de 2012 los científicos del CERN afirmaban que habían descubierto el bosón de Higgs. Todo indica que si no es el bosón de Higgs, es algo que se le parece mucho.

La sincronicidad, premonición, el viaje en el tiempo... y muchos otros campos quedan ahora abiertos a la investigación. Sólo es el principio de un nuevo camino que el ser humano ha de recorrer.
 
Todos nosotros estamos entrelazados, formando parte de una misma pieza musical que el universo interpreta mediante unas supercuerdas, propagando unas ondas gigantes que nos hacen vibrar.
 
 
JUAN M LOZANO GAGO ©
 


Mike Oldfield - Aurora

sábado, 8 de junio de 2013

LA ESENCIA

















En pos de mi esencia,

Perdida hace eones.

Pregunté a los inmensos océanos,

Consulté a las ancianas montañas.


Una letanía olvidada sospeché oír.

Jirones de tiempo, retazos de amor,

Sinfonía sin fin.

Sus afinos en el viento,

El destino, su inefable letra.


Aún alenté mis interrogantes:

¿Qué es el mundo

Sino desdicha?

¿Qué es la vida

Sino añoranza?


Ecos me fueron lanzados,

Palabras mudas en las cumbres.

Sueños efímeros

De lo que pudo ser y no fue,

De lo que podrá ser

Y marchará.


¡Avanti y a toda carga!

Contracorriente y persiguiendo el álgido torrente

Que congelado y endurecido la partitura ha.

Contrariado e infatigable en mi busca,

Algún día la avistaré...


Asoma el cielo en mi corazón.


JUAN M LOZANO GAGO ©



Ludovico Einaudi - Divenire (Live at Royal Albert Hall London)

miércoles, 5 de junio de 2013

El alfarero


Pedro caminaba por aquellas familiares calles adoquinadas, como solía acostumbrar desde hacía apenas una semana. Casi podía sentir los guijarros bajo la suela de sus zapatos con cada pisada.

Pero aquella mañana, algo le apesadumbraba mientras dirigía sus pasos hacia la alfarería de su padre,
"Alfareros y Hnos. Lanzani".

Su intención inicial había sido la de realizar el trabajo lo mejor que sabía. Al fin y al cabo, aún era tan sólo un aprendiz, tal y como le repetía su padre, tratando de infundirle confianza. Sin embargo, no estaba satisfecho con aquel botijo de formas irregulares. Si bien admitía que no le había quedado del todo mal, esperaba un resultado distinto del obtenido. Había puesto todo su empeño y coraje, entretanto daba vueltas al torno con sus pequeños pies, pues quería que su padre estuviera orgulloso de él.
 
Embaucado por un remolino de pensamientos, llegó a la alfarería a tempranas horas de la mañana. El botijo se hallaba sobre la mesa central de la estancia, que despedía un envolvente olor a arcilla y cerámica. Estaba casi terminado, tras haber sido cocido en la jornada anterior. Su base era redonda como cabía esperar, y aunque su vientre era más ancho que aquélla, se estrechaba de nuevo antes de llegar a la parte superior, otorgándole en cierto modo un aspecto de ocho. Pintado de blanco, únicamente faltaba añadir la decoración.
 
Fue entonces cuando entró el padre:

—Hijo, ¿te inquieta algo? Normalmente sueles acudir al trabajo uno hora más tarde —dijo el padre al tiempo que echaba un vistazo al botijo.

 
—Papá, lo he intentado, pero no logro que quede perfecto contestó haciendo un ademán inconsciente de ocultarlo.
 
—Pedro, he de explicarte una lección esencial para la vida y hoy ha llegado ese día. Contempla ese botijo un instante, pero obsérvalo con los ojos del corazón, no con los que usas habitualmente.
 
El pequeño entrecerró sus verdes ojos intentando descubrir algo que se le hubiese pasado por alto.

—Verás, hijo, el botijo ya es perfecto, porque refleja todo el esfuerzo que has depositado en él, porque es único e irremplazable, porque sus imperfecciones lo hacen perfecto. La perfección no se presenta en el exterior de los objetos, es una idea que brota en nuestro interior, de nuestras creencias y percepciones de la realidad.
 
¿Qué es perfecto y qué no lo es? Sólo tú debes decidirlo...


JUAN M LOZANO GAGO ©
 

lunes, 3 de junio de 2013

LA ONDINA QUE ESCAPÓ DEL MAR















Pobre ondina,

No supo advertir

Cuánto el mar la deseaba,

Más que a nada en esta tierra.

Su tesoro más valioso,

Abrazaba con desvelo.


Pobre ondina,

Atada a sus cadenas

Por ella misma fraguadas,

Pasaba las noches y los días,

Sin más aliento que el oxígeno del mar,

Y ensimismada en sus pesares olvidó lo que tenía...


¡Todo un reino para ella,

Derramado por los dioses,

Un océano de sus lágrimas,

Un espejo imposible,

La belleza imaginada!


Mas el eco de sus lamentos ondeaba sin descanso,

Un anhelo contenido en sus hombros soportaba.

Era un canto frío y puro,

De un corazón sollozante,

Pero el tiempo le albergaba,

Un futuro prometido,

No sabía la pobre ondina,

Que el amor asistiría.


Nunca habría imaginado,

Bella perla en los océanos,

Que un humano cruzaría

Los confines sine diem,

Y en un barco arribaría.


Son sus cantos hoy su guía,

Su alimento y su alegría.

Todo el orbe en sus manos,

No valía ya la vida.


Hechizado por la ondina,

Fue a la cita ese día.

Fue un encuentro inesperado.

Repentinas las miradas,

Ojos aguamarinas y ojos de fuego,

En silencio se encontraron.


Sin palabras,

Sólo ellos se bastaban.

Dos mitades:

Armonía en simetría.

Y la noche ya caía,

Dos antorchas refulgían.


JUAN M LOZANO GAGO © Todos los Derechos Reservados














Music by Vincent Bruley

sábado, 1 de junio de 2013

LOS ABSURDOS ROBOTS DE OBERÓN

Bueno, amigos, os dejo este pequeño cuento de humor o pseudo relato de ciencia ficción para comenzar el mes con una sonrisa, y con las miras puestas ya en el verano que está al llegar, si no lo impide el invierno, que ya nos robó la primavera.


Se oyó un chirrido en la entrada... No parecían sonidos humanos. Una voz metálica habló en un lenguaje ininteligible. Estaban al acecho, querían algo de la Tierra: ¡a nosotros!

¡Corre, Ion, corre! —le chilló una de las pocas supervivientes a nuestro héroe. Y éste echó a correr medio enloquecido hacia las tinieblas de un callejón, en la creencia de despistar a aquellos robots venidos desde el satélite Oberón ¡dispuestos a lo peor!...

 
Aquellos robots ansiaban parecerse a nosotros, querían un cerebro humano para experimentar. ¿Qué incauto caería en sus desapiadadas manos de platino? El pánico cundió en la ciudad, todos huían buscando un refugio, los que podían se agazapaban en McDonald's o Burger King*. Pero los pocos seres humanos que sobrevivían contaban con un arma letal con la que derrotarían a aquellos robots de pacotilla: el aceite negruzco de las freidoras de McDonald's.
 
Sin embargo, los temibles robots no contaban con el arma "natural" que caracterizaba a la humanidad del siglo XXI; aceite refrito del malo. Los humanos tras años de exposición al mismo en diversos tugurios de comida rápida se habían inmunizado, pero los robots caerían como moscas en la sartén y nunca mejor dicho.
 
Y viéndose necesitados de lubricar sus metálicas articulaciones, acudieron en masa a una de esas cocinas infernales, en busca de orujo. ¿Qué les sucedería entonces...?
 
Tan cegados deambulaban en su fanática búsqueda de orujo, que no repararon en la presencia de Ion y aquella inusual muchacha. No dudaron en arrojar litros y litros de aceite refrito sobre ellos. El metal intacto hasta entonces se vio salpicado de agujeros de todos los tamaños. Sus voces metálicas parecían gritar:
 
¡Socorrrooo, nos derrretiiimooosss!
 
Ion y la anónima chica corrieron hacia una caseta de Feria, pero la calidad de su aceite aún era peor. Había robots de movimientos torpes por doquier. Algunos habían probado suerte con orujo refrito del "bueno" y eso fue lo último que hicieron... Otros, dotados de cerebros cuánticos más avanzados, se apartaron de las grasas saturadas y demás armas de destrucción aceitosa, tratando de capturar a la desconocida que hábilmente sacudió de modo sorpresivo su larga melena negra aterciopelada, despidiendo una onda sónica electromagnética que acabó con los restantes.

 
A partir de entonces los robots serían los mayores amigos de Greenpeace y el gobierno de EE.UU. Mientras los seres humanos seguirían disfrutando de las "delicias gastronómicas" que les ofrecía la querida Tierra.
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* Doy fe de que ningún anunciante me paga un solo euro por esta mención.


Por JUAN M LOZANO GAGO ©

Todos los derechos reservados, cualquier copia parcial o íntegra del presente texto será considerado una infracción punible recogido en el... bla, bla, bla. :DD